Encuentro con el Gigante: Mi Primera Vez en un Volcán Activo
- Roberto Jose Cuadra Pilarte
- 17 jun 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 abr

Mi primera visita al Volcán de Fuego en Guatemala fue una experiencia única e inolvidable. Nunca había estado tan cerca de un volcán activo, y la emoción y el temor que sentí fueron indescriptibles. Desde el momento en que llegué, pude sentir la energía y el poder de la naturaleza en cada paso que daba hacia la cima.
El viaje comenzó temprano en la mañana, cuando aún estaba oscuro. A medida que ascendíamos, el cielo comenzó a despejarse y el paisaje circundante se reveló en todo su esplendor. La densa vegetación al principio del recorrido dio paso gradualmente a un terreno más rocoso y árido conforme nos acercábamos al volcán.
En el camino, nuestro guía, un hombre local con un conocimiento profundo sobre la historia y geología del lugar, nos contó fascinantes relatos sobre el Volcán de Fuego. Me habló sobre cómo este volcán ha estado activo durante siglos, modelando el paisaje y la vida de las comunidades cercanas. Aprendí sobre las erupciones pasadas, algunas de las cuales fueron devastadoras, y cómo los habitantes han aprendido a vivir con la constante y poderosa presencia del volcán.
Lo que más me impresionó fueron las antiguas leyendas que rodean al Volcán de Fuego. Me contaron historias sobre cómo, según la mitología local, el volcán es considerado un ser vivo, con su propio temperamento y espíritu. Según las creencias, cuando el volcán ruge, es porque los dioses están expresando su descontento o enviando señales a los habitantes. Estas narrativas no solo añadieron una capa de misterio a mi visita, sino que también me hicieron reflexionar sobre la profunda conexión que las comunidades tienen con su entorno natural.
Finalmente, llegamos a un punto donde pudimos ver el cráter del volcán, y la vista fue absolutamente impresionante. Desde allí, observamos pequeñas explosiones y flujos de lava, un recordatorio de que el Volcán de Fuego está muy vivo y activo. El sonido sordo de las erupciones y la visión del humo ascendiendo al cielo me dejaron sin aliento. Fue una mezcla de asombro y respeto por la fuerza de la naturaleza.

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